viernes, 30 de marzo de 2012

Hablemos el mismo idioma


En Singulares y Plurales no somos mucho de listados. Las listas nos dan pereza porque la vida no va de secuencias aisladas ni de espacios estancos, pero hoy haremos una excepción. Buceando en la red, hemos dado con algunas tendencias de cambio que ya están incidiendo en el comportamiento de los consumidores. Y, por supuesto, de los ciudadanos.
La incertidumbre económica y la tecnología continúan siendo los conductores de muchas de estas transformaciones; pero entre ellas asoman dos intangibles: los entornos colaborativos y la responsabilidad compartida.

No todas las tendencias ocurren simultáneamente y de la misma manera. Tampoco surgen aisladamente, sino que tienden a interactuar y a formar tándem con otras. Algunas llevan gestándose algún tiempo, otras están por llegar, muchas de ellas ya han aparecido en este blog… Lejanas o no, merece la pena conocerlas, si queremos entender, hablar y sacar el mejor provecho de este nuevo idioma. En este post os mostramos una primera remesa que completaremos la próxima semana. Aquí van…

· Presentamos al Nuevo Normal, una persona hiperconectada a la realidad digitalmente. El Nuevo Normal está en continuo proceso de actualización de tecnologías y aplicaciones móviles, pero no es sólo un friki de los cacharritos. Tiene una gran conciencia social, cree en el valor de la comunidad y es un consumidor sensibilizado respecto a los costes. Su objetivo es conseguir productos fiables a bajo precio; para ello, los productores tendrán que abaratar y minorar sus márgenes. Así lo ha entendido Muji y su propuesta Fitness 80, con la que pretende un mundo más sostenible reduciendo el 20% del tamaño de los objetos cotidianos. Si queréis saber algo más de esta iniciativa, tenéis el post Austera felicidad en este mismo blog.

· Vivir la vida. Obvio, ¿no? Pues no es tan sencillo. Enfrentados a continuos recordatorios  sobre lo que hay que hacer (más ejercicio, más dieta) y lo que no hay que hacer (fumar, gastar de más), la gente empieza a mimarse a través de pequeños rituales que no conllevan grandes desembolsos. Es una tendencia más subversiva de lo que parece. Se trata de sacudirse la vida tóxica y disfrutar de lo que sabemos que nos hace disfrutar. Seguramente no es lo más caro. Muchas marcas, fundamentalmente de bebidas y cosmética, ya están incorporando a sus productos la (asequible) rebeldía de la felicidad.

· Generación GO. Mientras muchos jóvenes del mundo desarrollado se sienten  en el dique seco, otros están encontrando su oportunidad en un contexto económico adverso. El paro y el descontento generalizado hacen que surja una mentalidad emprendedora sin precedentes, apoyada por un desarrollo tecnológico que rompe las barreras tradicionales. La Generación Perdida está llamada a la acción. Es la Generación GO.

· Transparencia en el Íbex 35. Las grandes empresas están empezando a cambiar sus modelos de negocio a favor de entornos transparentes y colaborativos. La distinción clásica entre gestión interna e imagen externa, no siempre coherente, salta en pedazos. Las redes sociales hacen que las corporaciones estén sometidas a un test de calidad continuo llevado a cabo por los consumidores y por los empleados de las propias empresas.  Lo interno y lo externo, lo bueno y también lo malo, converge en la red. Por ello, los nuevos modelos de gestión saben que la búsqueda exclusiva de beneficios no garantiza la supervivencia del negocio. La tendencia es integrar campañas de beneficios sociales en el mismo núcleo de la empresa. Hay que ganar dinero, pero también crear valor compartido y hacerse con una buena reputación corporativa. De hecho, así se comportan ya los consumidores: no quieren empresas perfectas desde el punto de vista productivo, sino entidades humanas, humildes, empáticas y capaces de reconocer sus errores. En Nueva York, hace unos meses, la cadena de comida rápida Domino’s colocó en su pizzería de Times Square una gran pantalla que mostraba via twitter las opiniones de los usuarios. Se recibieron casi 7.000 tuits, buenos y malos respecto al servicio, y, sobre todo, entusiasmados con el esfuerzo de transparencia desarrollado por la compañía. Resultado, unas 7.000 almas satisfechas, no tanto por el sabor, sino por el buen rollo de un trozo de pizza…

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viernes, 23 de marzo de 2012

Austera felicidad




En medio del Pacífico, al este de Japón y al oeste de las Islas Hawai, existe un colosal monumento dedicado al consumo desaforado. Son 3,5 millones de toneladas de desechos compuestos en su mayoría de tapones de plástico, juguetes, zapatos, mecheros, cepillos de dientes, pañales, bolsas de plástico y todo tipo de enseres de las cuatro esquinas del mundo. El Gran Parche del Pacífico, una enorme sopa de basura plástica, flota en la inmensidad del océano dejando su rastro en la vida marina. Como si fuera un iceberg, bajo su superficie, la plataforma tiene también una parte oculta en forma de desperdicio de recursos y materiales.

Lo pavoroso es que este Gran Parche no va a dejar de crecer. Según Annie Leonard, creadora de The Story of Stuff, tan sólo el 1% de lo que compramos se queda entre nosotros. Es decir, el 99% de nuestras cosas acaba en la basura en una media de seis meses, y probablemente acabará engrosando las distintas sopas de plástico del planeta. No parece una realidad muy sostenible, aunque pocos se atrevan a romper la cadena tóxica de la acumulación. Los primeros en reaccionar han sido los responsables de Muji, la empresa japonesa de diseño, con una estrategia original: potenciar la emoción entre los objetos y sus usuarios. Algo así como una humanización de las cosas, otorgándoles un valor que les haga únicas para cada uno de nosotros.

La tendencia ha llamado la atención del Design Museum de Londres, responsable de la muestra Product fitness 80. El concepto de la exposición es claro: reduciendo el 20% del consumo de los objetos, comprando sólo lo realmente necesario, con un diseño escueto, amable y perdurable, accedemos a un estado mental y físico de bienestar. Seguramente es una nueva formulación del “menos es más” minimal, con un aviso para navegantes: la sociedad de consumo puede consumirnos. Pero no vamos a recrearnos en mensajes apocalípticos. Los expertos de Muji creen que podremos escapar del híper-consumo a través de una educación que nos enseñe a buscar lo esencial con alegría. Desde Japón, un año después de la catástrofe de Fukushima, una ola de felicidad austera se acerca a las costas de la vieja Europa. Ojalá remonte hasta el Pacífico.


PD. Este post sabe mejor con las "Vacaciones en el mar" del Sr. Chinarro.




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jueves, 15 de marzo de 2012

Salud 3.0



El legendario “Doctor Who” (*) podía viajar a través del tiempo y del espacio, pero en lo tocante a temas médicos el poderoso humanoide no daba mucho de sí. Ni siquiera la ciencia-ficción ha conseguido imaginar el apabullante desarrollo de la medicina en estos años. El actual arsenal de técnicas, productos, servicios y cambios de modelo hubieran dejado sin aliento al aventurero del espacio. El Doctor Who habría alucinado.

Desde hace algunos años, gran parte de la ciencia médica es telemedicina, un sector que este año moverá en todo el mundo más de 5 billones de euros. La tecnología digital permite a los médicos hacerlo prácticamente todo telemáticamente: desde examinar pacientes por control remoto a colaborar con robots en salas de operaciones. Al tiempo, esa misma tecnología está cambiando los patrones de conducta de los pacientes, la visita al médico puede ser una segunda o tercera opción después de una conversación con la comunidad on-line o una revisión del estado general a través del IPhone, porque en un futuro cercano la métrica de la salud (niveles de azúcar o de colesterol en sangre, por ejemplo) podrán consultarse en los distintos gadgets electrónicos y también desde nuestra propia casa. El espejo del baño podrá hacernos un escáner, las sábanas registrar la frecuencia cardiaca y el inodoro comprobar la composición de nuestra orina. No es ciencia ficción, son los proyectos en curso de empresas como Philips o del gigante electrónico japonés Toto.

Es la salud 2.0, un modelo que afecta no sólo a los profesionales, sino fundamentalmente a los pacientes. Las redes sociales están cambiando la manera de relacionarnos con nuestro propio bienestar. Hasta hace unos años, la intimidad y la confidencialidad eran inherentes a la visita al médico. Ahora, cuando somos capaces de compartir virtualmente pensamientos e imágenes y hasta de enviar por correo electrónico solicitudes de amistad, ¿de verdad es tan íntimo hablar de nuestros dolores de cabeza? Los datos demuestran que no. En Estados Unidos, 3 de cada 5 norteamericanos han consultado internet para acceder a información sanitaria. Por su parte, en la red, hay un floreciente catálogo de webs que relacionan a pacientes entre sí para que puedan compartir su experiencia. La plataforma más importante se llama precisamente Health 2.0, seguida de PatientsLikeMe, estructurada por tipos de enfermedades, y de CureTogether, destinada a los pacientes de migrañas y endometriosis. Con cierta lógica, la proliferación de sitios de salud no se ve con buenos ojos dentro de la comunidad médica. No todas las webs son fiables, la extrapolación de experiencias puede ser negativa, y, sobre todo, obvian la figura del médico.

Una vez más, la clave está en la colaboración. La secuencia puede haber cambiado, pero los actores son los mismos. Las políticas de prevención son cada vez más importantes, la cultura de hábitos saludables, cada vez mayor. Todo eso, unido a las redes sociales, hace que cuando enfermamos la visita al médico no sea lo primero o lo único que hagamos, pero terminará ocurriendo, si los filtros anteriores no son suficientes. Las visitas al médico de atención primaria pueden reducirse (lo que en muchos casos no está mal), pero a cambio hay un aluvión de datos por escrutar y nuevas profesiones por desarrollar. La información que los pacientes vierten en las webs médicas supone una excepcional base de datos para la investigación. ¿Y cómo procesar todos los parámetros vitales a los que tendremos acceso diariamente? Según The Economist, surgirá una nueva figura médica: el analista de datos, un profesional capaz de transformar, rápidamente y via on-line, la información en inteligencia saludable.

La salud 2.0 avanza inexorablemente y la única opción es enriquecerla y mejorarla. Así lo ha visto Informapacientes.es, un buscador de información sanitaria creado por un grupo de médicos españoles de la sanidad pública. El objetivo es proporcionar una herramienta que permita resolver dudas de manera fácil y fiable, evitando la información demasiado especializada, no contrastada o interesada.

La iniciativa de Informapacientes.es representa la adaptación a la nueva realidad, una realidad que está transformando la gestión de la salud y de los negocios relacionados con ella. En realidad, estamos llegando a un nuevo estadio: la salud 3.0, una experiencia completamente interactiva que implica a usuarios, médicos y  empresas de todos los sectores. Siempre habrá médicos, pero los enfermos ya no serán tan pacientes. Demasiado para el Doctor Who.

(*)Dedicado a los más jóvenes, todo sobre el Doctor Who ;)



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miércoles, 7 de marzo de 2012

Dinero cada vez más humano



En Singulares y Plurales también salimos por ahí a respirar nuevas ideas. Con ese objetivo acudimos al Encuentro Financiero Internacional organizado por Bankia esta misma semana. El subtítulo prometía: Economía, Innovación y Futuro. Las conclusiones, también: los bancos tienen que cambiar radicalmente su relación con los clientes porque las marcas –y los bancos lo son- ya no se crean unidireccionalmente, del anunciante hacia consumidores pasivos, sino con la opinión, el criterio y la prescripción de los usuarios. Es un camino de doble dirección que el sector financiero está tardando en recorrer para beneficio del mundo on-line. Las nuevas tecnologías y las redes sociales han conseguido hacerse su hueco en este sector gracias a las microfinanzas, es decir las transacciones de dinero entre particulares o grupos organizados a bajo coste y sin trámites.

Mohammed Yunus fue el creador de estas finanzas a escala humana también llamadas microcréditos. Por ellos y por la telefonía móvil, un grupo disperso de artesanos indios, muchos de ellos mujeres, comenzó a disponer del dinero suficiente para mejorar sus pequeños negocios y para saber a cuánto se vendían sus productos en los puntos de venta finales. Esa información les ayudaba a calcular mejor los precios de salida y, por tanto, a mejorar su gestión. El resto de la historia es bien conocida y termina con la concesión del Premio Nobel de la Paz para el economista indio. Desde la popularización del método Yunus y de su artífice, el Grameen Bank, los microcréditos empezaron a perfilarse como una herramienta útil para escapar de la pobreza y generaron varias webs que gestionaban pequeños préstamos de persona a persona en países en vías de desarrollo. Kiva, focalizada en el África Subsahariana, o Wokai, dedicada a las zonas rurales chinas, son los principales exponentes de esta tendencia.

El escenario de 2012 es distinto. La pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y la creciente mala reputación de las corporaciones bancarias han hecho que las microfinanzas se hayan instalado con éxito en Europa y en Estados Unidos. En el Reino Unido la plataforma más importante es Zopa (Zone of Possible Agreement), una especie de subasta de créditos en la que todos, prestamistas y prestados, ganan. La dinámica es sencilla: quien tiene dinero ahorrado pone una cantidad a disposición de la plataforma, marca un tipo de interés y espera a ver quiénes son los usuarios interesados. En ese momento se crea una Zopa, una Zona de Posible Acuerdo que culmina con la concesión del crédito en las condiciones que pacten ambas partes. Sin intermediarios, sin costes añadidos, a bajo interés y con ganancias tanto para el que necesita liquidez low cost como para el ahorrador, que nunca llegaría a obtener los mismos rendimientos en una cuenta de ahorro convencional. De manera similar funciona LendingClub. La plataforma estadounidense está convencida del éxito del modelo. Las personas afectadas por la falta de crédito de los bancos y los ahorradores que buscan mayor rentabilidad han llegado al mismo punto: el préstamo de persona a persona. Y LendingClub se presenta como el operador más preparado, además de una de las compañías más prometedoras de Estados Unidos, según Forbes.

El préstamo entre particulares alcanza un grado más con la modalidad de Crowdfunding. Aquí, los inversores no son personas individuales, sino grupos que financian distintas actividades, ya sean puramente empresariales, creativas (Kickstarter o, en España, Lanzanos) o educativas (GreenNote). Casi todas ellas funcionan de la misma manera: el creador de un proyecto propone un objetivo de financiación, una fecha límite para conseguirlo y una serie de beneficios para los inversores. Si el objetivo se alcanza en la fecha acordada, los cargos se hacen efectivos vía Amazon y el proyecto comienza a funcionar. Si el objetivo no se cumple, no se realizan los cargos. Es todo o nada, un todo/nada rápido y transparente.

¿Pueden los bancos competir con estos modelos? ¿Pueden prestar pequeñas cantidades, racionalizar costes, y ser veloces y transparentes en su gestión? ¿Pueden ocuparse de los menos favorecidos y mimar a los (escasos) ahorradores? No sería extraño que las grandes corporaciones bancarias crearan distintas líneas de negocio low-cost a imitación de estas webs. En cualquier caso, las tres preguntas gravitan sobre el futuro de las finanzas, aún hoy demasiado “macro” para un mundo “micro”.

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jueves, 1 de marzo de 2012

La e-scuela global



Harvard, Yale, Stanford o el legendario MIT, a golpe de ratón. Cuatro de las más importantes universidades del mundo, según el último ránking del New York Times, comparten sus conocimientos con todos aquellos que quieran acceder a la formación de más alta calidad. Hasta aquí, nada extraño. La novedad es que estos prestigiosos centros están en un mismo espacio, ofrecen servicios similares y lo hacen de manera gratuita. Esta revolución académica se llama Academic Earth y es posible gracias a internet y al surgimiento de entornos colaborativos en organizaciones tradicionalmente elitistas, al alcance de muy pocos: un año académico en alguna de estas universidades cuesta una media de 45.000 euros.

Academic Earth se define a si misma como una organización centrada en la búsqueda de tecnología innovadora que mejore el aprendizaje a la más alta escala. Para ello, han creado un ecosistema educacional de fácil manejo que permite a los usuarios formarse e interactuar con los profesores a través de clases magistrales o ponencias en vídeo. En la plataforma de Academic Earth es posible acceder a cursos de diferentes materias impartidos por 22 universidades europeas y norteamericanas, en muchos casos con la obtención de certificados que acreditan la formación. Entre estas universidades, además de las ya mencionadas, están otras tan prestigiosas como Berkeley, Princeton o Georgetown, con un claustro de docentes formado por los mejores profesionales de cada área, incluido Mark Zuckerberg, el creador de Facebook.

En la red hay también otras plataformas enfocadas al e-learning. Una de ellas es Classroom y su objetivo es ayudar a los usuarios a desarrollar su potencial y llevarlo a la excelencia. El lema de Classroom es así de rotundo: “Únete a nosotros y sé parte de la revolución”. Los creadores de estas aulas virtuales lo han visto claro. Estamos ante un escenario completamente nuevo en el que la tecnología facilita el acceso masivo a la formación de más calidad. Y sin coste alguno. Es la e-scuela global; dicho de otra manera: el derecho a la educación llevado a su máximo desarrollo. Los expertos en marketing se preguntarán por qué organizaciones tan elitistas como estas tienen que ofrecerse gratis on line superando sus targets naturales y mostrándose junto a sus competidoras. La primera respuesta también viene del marketing. Tener una buena presencia on line significa mejorar la marca, generar más demanda y ampliar clientes, algo esencial cuando las audiencias son por definición minoritarias. Pero la e-scuela va más allá. Recoge lo mejor del consumo colaborativo y demuestra que el movimiento está calando entre las organizaciones más “inteligentes” del planeta. La respuesta no se ha hecho esperar: en 2011 la universidad de Stanford tuvo matriculados, en la modalidad de cursos gratis online, más de tres millones de alumnos.


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