Opinan algunos pensadores que el miedo nos impide ser felices. El miedo paraliza y atemoriza. Nos vacía de inteligencia. Convierte la vida en una simple y aburrida carrera de obstáculos hacia la pura supervivencia. Sin aditivos, conservantes ni colorantes. Vivir con el automático puesto. No voy a ponerme dramática, pero lo cierto es que el miedo nos convierte en tristes “plomos”, frente a ligerísimos “corchos” capaces de flotar sobre cualquier circunstancia. No hablaremos aquí de las personalidades plomizas o acolchadas, sino de una serie de personas que decidieron dejar atrás el miedo para tomar el control (razonablemente posible) de sus vidas. Y resulta que en esa toma de control, el trabajo es una parte esencial de la existencia.
Esta revolución tranquila se llama happyshifting (algo así
como “cambio feliz”) y los happyshifters son sus aliados. Un happyshifter es un
profesional que prioriza la felicidad en el empleo frente a las meras
condiciones profesionales. La estabilidad o la retribución económica no son
suficientes si no vienen acompañadas de un buen ambiente laboral, un grado alto
de compañerismo y comodidad, y una cierta autonomía. Les importa más todo eso
que un salario abultado. Y si no lo encuentran, cambian de ocupación. Parece
frívolo en este contexto de paro generalizado y no estoy segura de que no lo
sea del todo, pero hay algo estupendo en esto del “cambio feliz”. Lo estupendo
es el convencimiento pleno de que podemos cambiar y mejorar de una manera
optimista. Cambiar para que nada siga igual.
Los creadores del concepto happyshifting son Daniel Lyons y
Montse Ventosa, fundadores de la consultora de Recursos Humanos Sticky Culture. Fueron los primeros
en detectar hace apenas tres años que los valores profesionales estaban
transformándose a pasos agigantados. Hasta hace poco, lo más valorado era una
larga trayectoria profesional en la misma empresa. Con la crisis, puesto que apenas
quedan corporaciones-refugio en las que capear el temporal, las personas
intentan, al menos, seguir su propia vocación y no permanecer en un trabajo que
les genera infelicidad. ¿Qué personas? Fundamentalmente la Generación Y , los nacidos
entre 1982 y 2002. Los veteranos de esta generación andan en torno a los 30
años, son casi nativos digitales y resultan muy diferentes a la camada
inmediatamente anterior, la Generación
Perdida , marcada por la apatía y el desinterés hacia un
mundo, en su opinión, complejo y hostil.
Es muy posible que vivamos rodeados de happyshifters o que
seamos incluso uno de ellos sin que lo
sepamos. Los agitadores, aquellos que movilizan a otros gracias a su capacidad
intelectual, pueden ser happyshifters. Los experimentadores, los que se
arriesgan y prueban cosas nuevas, seguramente también; incluso algunos
empleados parásitos, aquellos que no hacen nada la mayor parte del tiempo,
pueden influir positivamente en el rumbo de la empresa cuando toman conciencia
de sus aspiraciones. Pero no son los únicos. El deseo de mejora, de bienestar y
felicidad es inherente a la condición humana, “sólo” tenemos que averiguar cómo alcanzarlo. Personalmente, me quedo con el método de Elsa Punset, una mezcla
de pasión, confianza y disfrute del presente. Ella lo llama “Inocencia radical”,
una capacidad innata para transformar y transformarnos, logrando que la
creatividad y la energía fluyan en los espacios en los que vivimos. Incluido el
trabajo. Ya veis que me he convertido en uno más. ¿No os decía que estamos
rodeados de happyshifters?
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Hola Marta,
ResponderEliminarMuchas gracias por tu post, es un honor que Happyshifting se abra camino, y que haya sido avistado por ti como tendencia.
En esta espiral de negativismo, en la que muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor se escapan a nuestro control el camino más fácil parece el desanimo y el darse por vencido, rendirse al pesimismo reinante.
Pero la felicidad no es siempre el camino más fácil, y ese es el objetivo de Happyshiting y de todo lo que hacemos!
Me encantará que nos encontremos en algún momento.
Feliz finde happyshifter :)