Hay aplicaciones para móviles, tabletas, aparatos de
televisión, navegadores, coches, e incluso aplicaciones para aplicaciones. Por
el momento, nos descargamos a buen ritmo y casi siempre gratis la mayoría de
las aplicaciones que nos ofertan. ¿Hasta cuándo? Con más de medio millón de
apps disponibles sólo en Apple, ¿estamos ante un mercado saturado? La respuesta
es ambigua, con datos tibiamente positivos y algunos demoledores. Según un
estudio de Pew Research Center y American Life Project, los consumidores
terminan borrando entre el 80 y el 90% de las aplicaciones que se descargan.
Para evitarlo, las compañías que elaboran contenidos para los operadores dirigen
sus esfuerzos en detectar qué campos ofrecen mayores garantías de permanencia;
entre ellos, la educación infantil se perfila como el más resistente. Padres y
madres están dispuestos a compartir con sus cachorros su parque tecnológico si los niños reciben, jugando, dosis extras de
formación. Es el sueño de todo padre y el cumplimiento de un deseo común entre
los educadores, el venerable “enseñar y deleitar” de la retórica latina.
Del Imperio Romano a nuestros días, muchos han intentado instruir divirtiendo con distinta suerte. Aquí sólo nos fijaremos en algunas historias de éxito a cargo de las Nuevas Tecnologías. Apple lo ha visto claro con un enorme arsenal de aplicaciones educativas para iPad, iPhone y iPod Touch. Aprender con cualquiera de estos dispositivos supone entrar en una nueva dimensión didáctica. Las apps para el iPad amplían las posibilidades de aprendizaje tanto dentro como fuera de las aulas. Hay para todos los gustos, desde clases interactivas hasta actividades de refuerzo y herramientas ofimáticas, además de contenidos más clásicos, como lenguaje, matemáticas, historia o química. Las mismas aplicaciones están disponibles para iPhone y el iPod Touch, con idénticas ventajas. Ligeros, transportables y con gran capacidad para almacenar datos, estos dispositivos permiten aprender en cualquier lugar y a cualquier momento. Como resultado, se fomentan aspectos básicos en el desarrollo del conocimiento, como la curiosidad intelectual, la creatividad y el acceso a una gran cantidad de información. El aula física deja paso al aula virtual, un cambio de espacio que también incluye un cambio en los contenidos, fomentando sus aspectos más lúdicos. Así, divertidas y cercanas, se presentan Las aventuras de Don Quijote de La Mancha, la aplicación de iTunes para iPad que presenta de manera interactiva este clásico de la literatura hispana. Junto al Ingenioso Hidalgo, comparten aplicaciones El mago de Oz, Tarzán, El Principito y muchos cuentos clásicos.
Aplicaciones parecidas existen también en otros
dispositivos, como los smartphones. La tendencia apunta a que, contrariamente a
otros sectores, el mercado de apps educativas será multiplataforma y/o se
expanderá en proporción al desarrollo de nuevos gadgets tecnológicos; pero
falta algún criterio que dé sentido a una oferta creciente. Una de las primeras
empresas en llenar este espacio es KinderTown. Especializada en encontrar y
organizar temáticamente las mejores aplicaciones educacionales para niños entre
3 y 6 años, su objetivo es mejorar la educación a edades tempranas y promover
la implicación de los padres en el aprendizaje de sus hijos. En el equipo de
KinderTown figuran varios educadores, encargados de testar las aplicaciones y
de crear una comunidad con padres y profesores para seleccionar las mejores
propuestas según un estricto control de calidad que incluye factores como valor
educativo, facilidad de uso, fomento de valores sociales, buen diseño, bajo
coste y tiempo de vida útil. Para los responsables de KinderTown, las aplicaciones educativas no son un juego de niños. Como muestra, este vídeo de Youtube; en él brillan las posibilidades del mundo iPad, y, por encima de eso, el enorme potencial del conocimiento aplicado.
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