domingo, 15 de septiembre de 2013

YO, S.A. Las 10 competencias básicas


Volvemos a la carga. ¡Cinco meses sin publicar! Demasiados para una bitácora. Demasiados para una persona. En este tiempo, cumplí años, vi cómo cerraban el cine de mi barrio, me reencontré con el mar y volvieron a negarnos la oportunidad de ser olímpicos… La verdad es que durante estos meses tuve mucho trabajo (del que te hace llegar contenta a casa) y mucha vida (de la que te hace feliz).

Este verano tuve la ocasión de leer un par de libros sobre “personal branding” o marca personal. Hace 16 años el economista Tom Peters expuso en su artículo “The Brand called you” que en la economía del conocimiento todos, absolutamente todos, desde el consejero delegado al empleado más raso de cualquier organización, debíamos tomar el control de nuestras carreras y manejarlas con las mismas estrategias con las que se dirige una gran empresa, en este caso, la empresa más importante para uno mismo: YO, S.A.

Pensar en nosotros mismos como en un negocio de éxito es un ángulo novedoso que permite adoptar decisiones de manera rápida, sin caer en trampas emocionales. Sin embargo, creo que lo más interesante del concepto de marca personal es que puede y debe trasladarse a la vida con buenas dosis de lucidez. La vida es impredecible y disfrutarla de manera armónica depende de nosotros mucho menos de lo que nos gustaría. Lo único seguro es que no hay nada seguro, y sin embargo desarrollar nuestro talento e intentar ser felices es nuestro primer interés. Ese es también el objetivo último de la marca personal. Construirla es emprender un viaje interior y para ello contamos con la mejor materia prima: nosotros mismos. En esa travesía tendremos que descubrir cuáles son nuestras auténticas competencias, dónde queremos estar y qué o a quiénes necesitamos como compañeros de viaje.  

Definir nuestra propia marca personal es un proceso largo y complejo que exige un profundo conocimiento de quiénes somos, pero no hay que agobiarse. Cada persona aporta capacidades singulares y ese carácter único es precisamente el valor de la marca personal, así que desde el principio cumplimos una de las condiciones básicas para poder comunicar bien “nuestro” producto: distinguirnos del resto.

Aunque hay tantas marcas como personas, si echamos un vistazo a lo que dicen expertos en branding como Neus Arqués o Andrés Pérez Ortega, existen una serie de atributos ineludibles en una buena marca personal. 10 competencias mínimas e indispensables sin las que no podremos desarrollar nuestro mejor yo.
  1. Competencia y relevancia. No es posible desarrollar una marca personal si no hay una base sólida, útil y relevante. La mejor marca personal conecta las necesidades e intereses de otros con las propias fuerzas y habilidades personales. Así, ganaremos relevancia por el valor que adquiere ante los demás lo que hacemos y cómo lo hacemos. La competencia es el primer constructor de la confianza. Estar cualificado y ser competente en lo que hacemos reduce la incertidumbre en los otros y nos hace ser merecedores de la confianza de los demás.
  2. Claridad. Un mensaje claro desactiva la ambigüedad y, por tanto, redunda en la confianza que generamos. La claridad elude los tópicos y las frases hechas y expone ideas y objetivos de manera sencilla. La claridad del mensaje es también indicio de la coherencia de cualquier tipo de marca. La inflación del discurso es el primer síntoma de la irrelevancia de la propuesta, producto o servicio que ofrecemos, incluidos nosotros mismos.
  3. Especialización. Según el experto en marca personal Peter Montoya, “una gran marca personal debe enfocarse en una fortaleza, talento, habilidad o atributo que satisfaga una necesidad en el entorno en el que quiera desarrollarse. La especialización es atributo de máxima importancia porque permite centrarse, focalizar, aunar recursos y, en definitiva, facilitar la construcción de la marca. Especializarse en un nicho también permite controlar de manera más eficaz las necesidades de ese mercado o cliente.
  4. Liderazgo. Una marca creíble requiere que la persona que la sustenta sea percibida como un líder en su entorno. Eso no significa ser el mejor en su ámbito, sino tener unos objetivos personales claros, conocer las necesidades de los demás y tener una gran capacidad de comunicación.
  5. Autenticidad. La marca personal es creíble y genera confianza. Por tanto, uno de los mayores errores en la construcción de una marca personal es incurrir en falsedades. El viaje hacia nuestro interior requiere una honestidad a prueba de bombas y también grandes dosis de valor porque tarde o temprano tendremos que asumir que somos vulnerables e imperfectos. En cuestión de marcas, los errores pueden perdonarse; la falsedad, no.
  6. Coherencia. Íntimamente ligada al valor anterior, la coherencia es la energía que nutre a la marca personal. Para Peter Montoya, uno de los máximos especialistas en personal branding, la persona que sostiene una marca personal es inseparable de la ética establecida en esa marca. Una marca personal refleja la personalidad, los valores y la fortaleza de cada uno de nosotros. Si hay incoherencia entre lo que somos y lo que decimos que somos, la marca personal perderá valor y desaparecerá porque está asociada a lo creíble y lo auténtico.
  7. Diferenciación. Si la autenticidad nos hace creíbles y fiables, la diferenciación nos hace atractivos y sobresalientes. Ser diferentes es el primer paso para ser recordado, uno de los mandamientos fundamentales de una marca relevante. “Out of mind is out of work”, si no te tienen en la cabeza, no hay negocio posible.
  8.  Perseverancia. Entre otras posibles definiciones, la marca personal es la combinación de los valores que proyectamos y la percepción que generan en nuestro grupo de interés. Pero aunque se trata de un concepto en constante construcción, producto de la interacción de dos partes, sí hay ciertos valores que dependen únicamente de nosotros. La perseverancia y la disciplina son dos de ellos. La perseverancia persigue la consecución de objetivos realistas de manera crítica y creativa. Surge de la confianza en nosotros mismos y se vale de la disciplina para mantener la hoja de ruta y no abandonar en los primeros contratiempos.
  9. Consistencia. Implica fiabilidad y congruencia en resultados o acciones sucesivas. Los expertos en branding hablan de equidad de marca; es decir, alcanzar niveles acumulativos de credibilidad, confianza y valor en nuestros clientes, tanto internos como externos. La marca personal sólo podrá ser reconocida cuando es competente y consistente.
  10. Actitud positiva. Una marca personal acertada siempre reposa sobre la imagen positiva de la persona que la sustenta. La filosofía de este concepto es simple: tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. De ese modo, la toma de decisiones se simplifica notablemente. Desde el punto de vista del mero trato personal, todos queremos alrededor personas que no planteen problemas y que creen armonía en su entorno. Por último, una actitud positiva es más resolutiva a la hora de enfrentarse a cualquier problema porque no se ve coartada por el miedo. Ser positivo es, en definitiva, otra garantía de competencia.

Hasta aquí, las condiciones mínimas. Mínimas, pero no únicas porque la marca personal se construye en dos direcciones: el que la crea y el que la percibe. Sin la mirada del otro, no hay marca posible… El Beneficio Singular Percibido es el siguiente paso en la construcción de la marca personal, un asunto fascinante que trataremos en un nuevo post.


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jueves, 14 de marzo de 2013

Pájaros a punto de volar


Poco podía imaginar que muchos años después, el título de uno de sus libros serviría para describir el estado de ánimo de toda una generación. Entre 1938 y 1949 Patricia Highsmith escribió "Pájaros a punto de volar", una serie de relatos cortos con un aroma común: hombres y mujeres maduros atrapados en sus sueños. El nombre de la colección define perfectamente la desesperanza de muchas personas que no pueden desarrollarse plenamente por estar en paro o prisioneros de un trabajo que no les satisface. La lectura convencional es que si uno tiene la suerte de estar empleado, no hay lugar para la queja. El peor trabajo es mejor que ningún trabajo. Y así, con este planteamiento a ras de tierra, se nos pasan los días sin alzar el vuelo, sabiendo que quizás es posible cambiar, pero sin hacerlo, como pájaros a punto de volar... Con plomo en las alas...

El mercado laboral y las últimas reformas han hecho mucho por cortarnos alas y expectativas. Según se nos dice machaconamente, la tribu de los empleados de los países aún ricos (sí, con un poco de perspectiva todavía lo somos) constituimos una pesada carga de la que en algún momento habrá que deshacerse. En este panorama de mínimos, las políticas destinadas al bienestar de los trabajadores viven su particular cuenta atrás. "Pajaritos en la cabeza", he oído decir en algún foro. Estas ideas iban y venían cuando cayó en mis manos un número de la revista francesa "Point de vue" en la que precisamente hablaban de esto. Allí, camuflado entre publirreportajes dedicados a monarquías de toda condición, había un pequeño artículo que mostraba que algunos de esos pajaritos habían emprendido la huida para asentarse en las corporaciones más dinámicas del planeta, empresas para quienes sus trabajadores son un valor al que conviene mimar. Para ello, habían preparado una batería de medidas destinadas a conciliar la vida laboral o sencillamente a hacerla más agradable. Más o menos importantes, algunas de ellas insólitas, todas mostraban el interés de algunas empresas por retener e incentivar el talento. Aquí, unas cuantas.

En la matriz norteamericana de la consultora Deloitte existe un servicio de ayuda a las personas mayores o dependientes pensado para los padres y familiares de los empleados. Se trata de una medida importante porque reconoce implícitamente que la vida profesional y la familiar es imposible de separar y que los dos miembros de la pareja tienen los mismos derechos y deberes respecto a la crianza de los hijos o el mantenimiento doméstico. De esta medida también se desprende la idea de que si las nuevas tecnologías permiten que el trabajo invada la esfera privada, es lógico y hasta justo (aunque no habitual) que esta esfera privada sea tomada en cuenta en el trabajo.

Si la conciliación aparece como el plato fuerte de toda empresa que busque el bienestar de sus empleados, otras centran sus estrategias en aspectos económicos, considerados durante mucho tiempo el antídoto contra el malestar laboral. En Evernote, empresa ubicada en Silicon Valley y dedicada a la misteriosa actividad de la "salvaguarda de pensamientos e ideas", todos los trabajadores reciben un bonus anual de 1.000 dólares con la condición de ser gastados en unas "auténticas vacaciones", algo tan subjetivo como las propias apetencias personales. Pero, sin duda, las empresas que presentan las alternativas más originales son las dedicadas a las nuevas tecnologías. En la sede californiana de Facebook, las familias de los empleados pueden cenar gratuitamente en el comedor de la compañía cuando los trabajadores salen más tarde de lo estipulado en su jornada. Se trata de una medida menor, comparada con los 4.000 dólares por nacimiento de hijo o las ayudas de gastos médicos si hay dificultades para concebir.

Google también se sube al carro de empresa-apetecible, a pesar de las últimas declaraciones de una de sus directivas contra el teletrabajo. Además de proporcionar un cheque-nacimiento de 500 dólares, los empleados tienen derecho a beneficios sociales tan poco comunes como servicio gratuito de tintorería y de ¡entrega a domicilio de pescado fresco! En mi caso, criada en el españolísimo ritual del aperitivo, entre gambas a la plancha y pescaíto andaluz, preferiría un buen champán francés. Al margen de gustos, cada uno debe buscar su camino. Sólo hace falta dedicarse una mirada profunda y verdadera para encontrar lo que nos hace volar. En el mundo de la empresa, existen numerosas herramientas para hallar la senda que reconcilia las dos Bs: beneficios empresariales y beneficios sociales. Encuestas de clima interno, recursos tan potentes como las intranets 2.0, bidireccionales, emocionales e interactivas, o los intercambios de roles entre empleados, últimamente tan de moda... Son instrumentos que pueden ayudar y mucho; sin embargo, nada de eso sustituye a lo esencial: la mirada atenta y la voluntad de mejora. Cada empresa, como cada persona, sabe cuál es su carencia clamorosa. Reconocerla es el primer paso para empezar a levantar el vuelo.

  
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domingo, 27 de enero de 2013

Corazón verde



Son grises por fuera, pero en su interior está creciendo una diminuta, apenas visible, conciencia ecológica. El corazón verde late en red y se expande desde pequeñas iniciativas a grandes corporaciones. Las eco-aspiraciones saltan de los postulados de los partidos verdes para instalarse en la médula de importantes negocios, al frente de la Responsabilidad Social Corporativa. Es un largo camino allanado por micro-proyectos que han ido generando la masa crítica necesaria para que la sostenibilidad sea considerada una de las grandes aspiraciones de nuestro futuro. Entre esos micro-proyectos destacan pequeñas acciones, como  la iniciativa desarrollada por el estudio de diseño holandés i29. Hace cuatro años recibió el encargo de crear las nuevas oficinas de una importante agencia de publicidad ubicadas en un edificio fundado durante la ocupación alemana. Siguiendo la máxima "reduce, reusa, recicla", los diseñadores buscaron en bazares, mercadillos y webs de subastas mueblos y objetos viejos dispuestos a una segunda oportunidad. Cubiertos de una resina gris similar al metal cuyo propósito es proteger y alargar la nueva vida de los enseres, el éxito del proyecto fue tal que dio origen a la marca "As Good As New", tan buenos como recién salidos de fábrica. Hoy, quienes quieran adquirir uno de estos muebles revividos pueden hacerlo a través de la web thisisasgoodasnew.com.

De segundas oportunidades también saben, y mucho, en los almacenes Marks & Spencer. En los últimos tiempos, la cadena británica ha incorporado conceptos básicos de sostenibilidad y consumo colaborativo en su modelo de negocio. Cada año, los consumidores de Reino Unido compran 4 mil millones de artículos textiles. De ellos, tres mil tienen una vida útil de unos seis meses, y mil -mil millones- pasan directamente al contenedor de basura. La obscenidad de las cifras dio la voz de alarma en la compañía y provocó una perfecta tormenta de ideas que cristalizó en un nuevo concepto: el "shwopping", o lo que es lo mismo: entregar una prenda candidata al vertedero cada vez que se compra ropa nueva para que sea donada o reciclada. Desarrollada en colaboración con la ONG Oxfam, el "shwopping" minimiza el riesgo de desecho -y sus nefastos efectos colaterales en forma de sangría económica y de emisiones de CO2- y presta un servicio valioso para la sociedad, en especial para los más desfavorecidos, y para la propia empresa.

Campañas como la de"shwopping" forman parte de una ambiciosa propuesta de RSC llamada Plan A, el único posible, según sus responsables, si se quieren hacer negocios buenos para la gente y buenos para el planeta.  El Plan A ha conseguido reducir un 26% el empaquetado de sus productos y ha posicionado a Marks & Spencer como una compañía neutra respecto a las emisiones de carbono que crean el efecto invernadero. Aún les queda un gran trecho por recorrer para ser considerada empresa sostenible. Cuentan con el apoyo de sus 21 millones de consumidores, muy interesados por el medioambiente pero a los que hay que mimar y, por tanto, no atosigar con incrementos de costes ni etiquetajes complejos. En el horizonte del Plan A está hacer comprender a estos consumidores que vivir de manera sostenible es normal, fácil y, sobre todo, necesario. Como hitos más cercanos, la compañía aspira a eliminar sus residuos carbónicos, reciclar y anular la tasa de desechos, usar materiales procedentes de cultivos sostenibles y, por último, mejorar la vida de las personas. Esta debería ser la eterna aspiración, la de todas las épocas en todo momento, la de todos, con o sin el corazón verde.

Postdata. Nueva muestra de cómo la sostenibilidad va calando en todas las dimensiones de la sociedad. El próximo 7 de febrero el estudio de arquitectura GSN, junto a la empresa química BASF como patrocinadora celebran el primer evento del ciclo "Encuentros de Arquitectura 2013". Será en Bilbao y contará con la presencia de importantes ponentes. Más información en gsn@gs-networks.net. Además, para los que queráis ampliar conocimientos en este campo, os paso el enlace de BASF sobre proyectos sostenibles.

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miércoles, 21 de noviembre de 2012

De igual a igual


Hace unos días Linkedin compartió con todos los linkados un artículo de Charlene Li, una de las mayores expertas en redes sociales a escala mundial. Esta joven empresaria, socia fundadora de la consultora Altimeter Group, ha asesorado a importantes corporaciones sobre gestión del cambio y entornos digitales. Su medio natural es el mundo empresarial y lo que el lector en principio espera de ella es un complejo ensayo sobre management.

En lugar de eso, Charlene deja aparcados los palabros y elige un código humanista para hablar de empresas e internet. “Crisis de coraje en las redes sociales” es el sugestivo título del artículo que comparto con vosotros. El concepto elegido para el titular lo dice todo. El coraje es un valor puramente humano que se aplica a pequeña escala. Y de eso, de valor, humanidad y escalas manejables, se nutre la actitud con la que las empresas deberían abordar las redes sociales.

En opinión de esta investigadora, los directivos suelen mostrarse intimidados ante las redes sociales, a las que ven como una fuente de problemas. Riesgos de exposición, ataques y posibles malentendidos sobrepasan, con mucho, cualquier beneficio tangible. La reticencia hacia las redes sociales tiene menos que ver con la falta de ROI (Retorno de Inversión) que con el hecho de que las organizaciones no tienen la suficiente fortaleza institucional como para comprometerse socialmente. Y aquí es donde entra el coraje en juego y donde Charlene Li conecta con la idea Peer to Peer, De igual a igual, el concepto que inunda el universo 2.0. El enunciado del concepto De igual a igual es simple: en las redes sociales cualquier empresa o corporación, por mayúscula que sea, se convierte en una persona que desea entablar una relación con otra persona; no importa que uno sea detractor, follower o fan. El escenario deja de ser corporativo para pasar a ser emocional. Se requiere, por tanto, valores muy parecidos al de cualquier relación entre personas: respeto, honestidad... e incertidumbre, una característica que viene de serie en las relaciones sentimentales. Todos sabemos que lo incierto rodea cualquier vínculo personal. Las cosas no dependen sólo de nosotros, sino de la otra parte, y eso añade inquietud al proceso. En el caso de las redes sociales, esta incertidumbre se dispara porque, en realidad (y es parte del encanto), no conocemos a todos los que nos leen, nos siguen o incluso nos detestan. En cierto sentido, se trata de un juego de seducción en toda regla que a veces, como en la vida real, puede jugarnos malas pasadas.

Para Charlene Li, el antídoto contra la incertidumbre es el coraje. Armarse de coraje (matiz guerrero incluido) significa ser consciente de los riesgos, y, aun así, llegar al límite y superarlos, aunque no sepamos qué va a pasar después. Las redes sociales requieren una dosis extra de coraje porque entrar en ellas significa comprometerse, dialogar y relacionarse con la gente, algo bastante terrorífico en una empresa cuando no se tiene ni idea de qué valores transmitir. A la fórmula magistral de esta pensadora, yo añadiría otro ingrediente: humildad. Sólo así puede construirse una estrategia que a lo largo plazo nos deje disfrutar de la vida en la red. La propia pensadora lanza una advertencia en este sentido: las redes sociales son muy, muy complejas precisamente por su componente emocional y es seguro que, aún con la mejor disposición, anotaremos un porcentaje muy parecido de éxitos y fracasos. Cuando se pierde la perspectiva De igual a igual, la asimetría, en sus peores connotaciones, agita las redes.

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martes, 3 de julio de 2012

Verano 2020


2020. Apenas ocho años nos separan de esta cifra redonda, mágica, casi capicúa. En 2020 algunos habremos entrado con holgura en el medio siglo y asuntos que hoy nos parecen dramáticos habrán desaparecido de nuestras vidas (espero). Otras cosas se mantendrán imperturbables, como si nada fuera con ellas. “La imperturbabilidad de los ascensores”, leí hace poco. Es cierto, independientemente de urgencias y alturas, un ascensor se avería siempre que lo considera oportuno. Normalmente, coincidiendo con alguna de las leyes de Murphy.

En 2020, la estadística de ascensores escacharrados probablemente será la misma; sin embargo, algunas cosas importantes de nuestro entorno van a transformarse. Para mí, lo más significativo es el proyecto de I+D+i “Ciudad 2020”. Este proyecto pretende desarrollar un nuevo modelo de ciudad inteligente y sostenible, ecológica y económicamente, en el que la participación de los ciudadanos, junto con las oportunidades de comunicación e interacción ofrecidas por internet y otros dispositivos colocados en red, forman la base capaz de ofrecer servicios públicos ajustados a las necesidades de los usuarios.

“Ciudad 2020” se inscribe dentro del modelo Smart Cities, ciudades inteligentes que hacen uso de las nuevas tecnologías aplicadas en seis áreas: la “ciudad conectada”, energía y eficiencia, movilidad y transporte sostenible, sostenibilidad ambiental, bienestar ciudadano, y, por último, interacción entre el ciudadano y la ciudad.

Liderado por la corporación española Indra, junto a importantes empresas y universidades (Ferrovial, Atos, Fagor, Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Zaragoza, entre otros), el proyecto “Ciudad 2020” pretende diseñar una arquitectura de comunicaciones para el entorno urbano basada en la internet de las cosas, algo que parece magia y que consiste en dotar a los objetos de la tecnología necesaria para que puedan conectarse e intercambiar información. A cambio, los usuarios ganamos tiempo y, lo que es más importante, bienestar. Con la información en la mano podemos organizar de manera eficiente nuestro día, ir por la ruta menos congestionada, acceder a un servicio sin sorpresas de horarios o, incluso, saber que se nos ha estropeado el ascensor y que están arreglándolo (por cierto, gracias a la internet de las cosas, ha sido la propia máquina la que ha alertado al servicio de mantenimiento en cuanto ha detectado su avería).

Como se ve, el protagonista y destinatario de este tipo de proyectos es el ciudadano. A su disposición se están creando nuevas herramientas tecnológicas que le permitan tomar decisiones sobre el consumo energético de su hogar, el centro de trabajo y los espacios públicos. Pero, además, el ciudadano no es un mero factor pasivo que recibe información, también debe compartirla con las Administraciones para saber qué áreas son objeto de mejora. El ciudadano se convierte así en corresponsable de su ciudad, un “ciudadano social” que participa de la gestión de su entorno. Algo muy parecido ha ocurrido ya en las redes sociales y otros sectores "colectivos" por antonomasia, como son los medios de comunicación y las televisiones. Gracias a los tuits y facebooks en todas sus declinaciones, el espectador ha pasado de ser un objeto pasivo a ser un espectador social. La bidireccionalidad de los nuevos modelos no es poca cosa. De hecho, recupera conceptos que parecían definitivamente olvidados. A algunos les dará reparo leerlo, pero se trata de un ángulo nuevo que alcanza a la desprestigiadísima política. ¿Hay algo más político que decidir qué, dónde y cómo vemos la televisión o de qué manera hacemos las cosas que afectan a la vida diaria?

La política y las vacaciones no suelen llevarse bien, así que volveremos al tema en otoño. Antes de eso, y antes de llegar al verano de 2020, podemos experimentar qué es eso de la corresponsabilidad social visitando las ciudades más verdes de Europa, ciudades “dispuestas para la vida”, según explican en la propia web de la Comisión Europea, artífice de esta iniciativa. Una ciudad verde hace mejoras constantes para favorecer una buena calidad ambiental y un desarrollo urbano sostenible, y, además, actúa como referente para otras ciudades. Hasta el momento, tres ciudades europeas han ganado el premio de la sostenibilidad (Estocolmo, Hamburgo y Vitoria-Gasteiz), y otras dos se preparan para conseguirlo, Nantes, en 2013, y Copenhague, en 2014. Como denominador común, inmensas zonas verdes, abundante uso del transporte público y ciudadanos encantados de ser gestores de su ciudad. Pasear por una de ellas es llegar un poco antes al más apacible de los futuros…


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lunes, 25 de junio de 2012

Ahora nosotros


Viernes, 22 de junio, 5 de la tarde. Nos ponemos en marcha. Parafraseando a un gran poeta, no dejan de suceder cosas a las 5 de la tarde. Y aquella tarde prometía porque se reunían tres grandes comunicadores, divulgadores, entrenadores de la vida... Eduardo Punset, Mario Alonso PuigÁlex Rovira, y un telonero eficaz, el jovencísimo David Otero, El Pescao. Los cuatro allí, en un escenario inmenso, dispuestos a ser los cuatro tenores de eso que aún no sabemos clasificar: ¿Inspiración? ¿Bienestar? ¿Simple supervivencia? Los promotores no tenían dudas de lo que iban a ofrecernos: "Ahora tú, un evento inspiracional" de gran magnitud.

Y lo fue. Intentaré resumiros lo que vivimos esa tarde. Provocador sutil, encantador, presumiendo de arrugas y de mala memoria. Así se nos presentó Eduardo Punset para decirnos que era mentira que la inteligencia no era bella o saludable. Hay un camino de pesimismo y soledad que ha creado escuela, pero ahora sabemos que nos enfrentamos al mundo desde un tubo de ensayo -nuestro cuerpo- al que hay que mimar con esmero. El miedo y el dolor son las amenazas que pueden quebrar el tubo. Y como antídotos, el conocimiento y el trabajo. Son  las únicas herramientas que nos hacen ejercer cierto control de la propia vida. Decía Punset aquella tarde que hay que vivir como un surfista en la cresta de la ola... Sabiendo cómo se controla una ola, claro está. Sólo de esa manera podremos cabalgar de nuevo, si llegamos a caernos. Por cierto, a las olas sólo se las domestica con dosis masivas de trabajo y disciplina.

Del trabajo humilde y hasta aburrido a la acción transformadora. Creer es crear. Así resume Álex Rovira su propuesta de cambio. Está bien conocer, está aún mejor reflexionar, es imprescindible describir, pero el simple conocimiento no garantiza la puesta en práctica de los nuevos valores: creatividad, colaboración, pasión, respeto, autoestima. Es necesario hacer. Y hacer a lo grande. Ser el arquero que cada noche intentaba alcanzar la luna. Nunca la alcanzó, pero se convirtió en el mejor arquero de su tiempo. Esta historia nos la ha prestado Alejandro Jodorowsky, un sabio inclasificable que aquella tarde, de alguna manera, estuvo por ahí aportando su insano juicio. Hay que estar un poco loco para dejar de ser un médico con pedigrí para dedicarse a pensar en los demás. A Mario Alonso Puig, un día se le quedaron cortos los quirófanos y largos los enfermos. Quería saber por qué enfermábamos en el cuerpo y descubrió que primero se nos enfermaba el alma. Habla de glóbulos rojos tristes y bacterias alegres, relamiéndose ante un festín de infecciones proporcionado por un cerebro átono, pero sobre todo habla del silencio necesario para escuchar la voz interior que nos dice cuál es nuestra pasión y dónde está el sentido de nuestra vida. Una vez descubiertos, pensemos a quién desvelamos nuestro secreto. En estos días arrecian los aguafiestas profesionales y los sueños, si lo son de verdad, son únicos. Y muy sensibles; tienen una extraordinaria capacidad para desaparecer.

Pasadas las 10 de la noche,  más de 4.000 personas comprobamos que todo eso que venimos intuyendo desde hace tiempo es verdad. Ya lo sabemos. Ahora, como diría Álex, toca hacerlo. Anora, nos toca a nosotros.

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